Hola a tod@s
Antes que nada me gustaría recomendar la lectura del post escrito por mi amigo
JAVI MARTÍNEZ en su blog "
Clickdogging", titulado "
EL PRECIO QUE TIENE QUE PAGAR (II)":
LEER EL ARTÍCULO (pincha aquí) para pasar a comentarlo en este post, ya que como me ha salido un poco extenso me da vergüenza ponerlo como un comentario al suyo jajaja.
Me alegran un montón este tipo de reflexiones (Javi eres un Crack), en las que
dejamos de plantear por un momento las excelencias del trabajo y el gusto o
placer por una actividad y nos paramos a pensar en la otra cara de la moneda,
pensar en el otro lado de la balanza casi siempre olvidado por el cual el
equilibrio acaba perdiéndose más temprano que tarde.
Antes que nada, al hilo de tu exposición, haría una separación
entre “motivación (intrínseca en este caso)” y “obsesión/adicción”. Intentando resumir
muy brevemente, entendería por
“motivación intrínseca” algo así como el realizar una actividad por
el mero hecho de obtener placer y satisfacción por realizarla sin necesidad de otro motivo externo. Por “obsesión”,
algo así como un pensamiento o idea/s recurrentes de las que no nos podemos
liberar. Y por “adicción”, una dependencia o necesidad de algo (realizar una
actividad, consumo de sustancias e incluso relaciones) debido a la sensación de
placer, llevando a perder el control de la situación e impulsando compulsivamente
hacia el objeto de la adicción. Perdonad lo resumido (de algo tan complejo)
pero más o menos sería como yo lo entiendo.
En mi opinión creo que puede haber una altísima y óptima
motivación sin necesidad u obligación de caer en una adicción u obsesión,
aunque claro está que la delgadísima línea que separa el caer o no en una
adicción (en este caso a unas actividades que producen una sensación
placentera) no suele estar tan clara y de hecho la mayoría de las veces nos
damos cuenta cuando ya la hemos cruzado. Quién sea usuario de whatsapp y diga
que no está enganchado… miente, y los que digan que no son adictos al móvil más! jajajaja.
Pero no creo que un adicto a una actividad concreta tenga, por el mero hecho de su obsesión, una motivación más alta que un no-adicto, puesto que para mí al menos la
diferencia entre ambos está, haciendo una reducción extremadamente simplista,
en el “control” que el individuo tiene o deja de tener sobre sí mismo, sobre
sus pensamientos, su vida cotidiana, etc. Es decir, creo que un “individuo
obsesionado o adicto” (no hablo solo de perros) a una determinada actividad
tendrá una pérdida de autocontrol, puesto que su cerebro está “enganchado” a
esa actividad, interfiriendo en el control de todo lo que no implique poder
satisfacer las necesidades generadas. Pérdida de control que no se daría
obviamente en un individuo altamente motivado pero sin caer en la adicción. De cualquier forma como bien dice Javi: "la motivación es necesaria aunque no suficiente...".
Es más pienso que esa pérdida de control e impulsividad
desmedida se podrían convertir en contraproducentes a la hora de evaluar el
rendimiento en dicha actividad, en comparación con aquellos individuos que, con
una motivación alta pero controlada, no solo dispones de las ganas suficientes para
realizar la actividad, sino que disponen del control mental necesario para poder
“optimizar” la realización de dicha actividad, optimización a la que dudo que
un individuo adicto pueda llegar en las mismas condiciones.
Está claro que cuando hablamos de “el precio que pagamos” y
los problemas consiguientes que menciona Javi, nos estaremos refiriendo a esas
actividades que se han convertido en adicciones. Y todos tenemos claro que
cualquier adicción tiene sus consecuencias. Y tal como comenta Javi en su post,
los perros no van a ser menos que nosotros en esto, con las consecuencias
negativas que se pueden generar a nivel neurofisiológico y conductual.
Al final, si nos trasladamos a ver el problema en su aspecto
neuropsicológico, resulta que, si no estoy equivocado, para el individuo adicto supone entre otras
cosas, de una alteración del sistema dopaminérgico (la dopamina es un
neurotransmisor también llamado “hormona del placer”, que influye en el
comportamiento, la cognición, motivación, atención, aprendizaje, estados de
ánimo, etc) y también altera los mecanismos cerebrales de “recompensa”. Con lo
cual es creo que inevitable que produzca toda una serie de consecuencias y
desórdenes conductuales.
Pero en lo que menciona Javi de los comportamientos indeseados del perro, también pienso que los comportamientos citados y otros muchos,
podrían estar causados por un elevado estrés, sin que ello implique que sean “adictos
al trabajo”. En muchos casos pienso que sí podrían los perros “cargarse” debido
a la anticipación del perro ante el inicio de la actividad (ya que la dopamina
empieza a inyectarse ante la anticipación de la actividad placentera), pero
también pienso que esa “carga” (estrés) podría no ser debido a la anticipación
de la actividad, sino a otros motivos presentes (multitud de gente, perros,
factores del entorno, nerviosismo del guía-compañero, etc) y motivos pasados (carga de estrés
residual alto por exceso de entrenamientos, por ejemplo).
Aunque también es cierto que
el estrés es una de las causas principales del aumento en los niveles de dopamina, con lo cual podríamos estar en mi opinión ante un círculo que se retroalimenta de forma más que peligrosa. Puede que me equivoque, pero podría ser un esquema (simplificado claro está) más o menos como este:
1º ESTRÉS (por cualquier causa, incluso por ser ya un adicto al "trabajo"), lo que generaría al individuo (en este caso al perro) el correspondiente malestar o ansiedad.
2º AUMENTO NIVELES DE DOPAMINA causados por el propio estrés (entre otros neurotransmisores y hormonas, por supuesto ya que no podemos olvidar los efectos sobre los niveles de cortisol, adrenalina, endorfinas, etc).
3º ACTIVIDAD COMO ALTERNATIVA PLACENTERA AL ESTRÉS: El individuo (perro) podría buscar la necesidad de realizar la actividad placentera como alternativa al estrés (al igual que los humanos buscamos actividades o sustancias alternativas al estrés: tabaco, ejercicio, drogas, etc) para obtener placer, digamos una especie de huida del problema que nos causa malestar.
4º AUMENTO DE NUEVO NIVELES DE DOPAMINA (además de aumentos de serotonina, noradrenalina), al realizar la actividad placentera en cuestión, con la correspondiente obtención de aumento de placer.
5º DESENSIBILIZACIÓN DE LOS RECEPTORES CEREBRALES a la dopamina. Originando por tanto una necesidad cada vez mayor, en cantidad y frecuencia, de conseguir niveles mayores de dopamina para la obtención de placer y por consiguiente un incremento en el desarreglo o desequilibrio en los niveles adecuados de dopamina.
6º MEMORIA A LARGO PLAZO "ACTIVIDAD-PLACER". Esto es que otro de los efectos de la dopamina es que crea una memoria a largo plazo que asocia la actividad (o sustancia o cualquier objeto de la adicción) con el placer, lo que produce que las adicciones persistan por años (o para siempre).
7º SEÑALES DE ANTICIPACIÓN DEL PLACER. Ya que la dopamina también origina en las adicciones que los "escenarios placenteros" (personas, objetos, lugares, etc) donde se ha obtenido el placer queden fijados en la memoria, originando que la dopamina empiece a producirse y aumentar incluso ante la anticipación del individuo de la actividad. Esto en el perro podría explicar que ante el reconocimiento del escenario y al anticipar la actividad placentera, comenzara a segregar la dopamina (repito entre otras sustancias). Incluso se supone que la segregación de dopamina es mayor en esa búsqueda y anticipación previa que en la acción en si misma.
Para no enrollarme más aún, trataré de hacer un próximo post
continuando.
Un saludo.
RICHARD IBARBURU